Por su origen geográfico, las mieles se clasifican según el área en que se producen: por ejemplo, podemos hablar de miel de los Pirineos, miel de la Alcarria, etc. Además, al igual que sucede con el vino, con la miel existe una especie de Denominación de Origen Controlada, que clasifica las variedades por zonas de producción en las que se dan unos requisitos especiales. Así, el consumidor podrá realizar con plena garantía una elección de acuerdo con sus preferencias.

Miel de Galicia

Miel de Galicia

Miel de Galicia

Las mieles gallegas, por la excepcional geografía de esta comunidad, a caballo entre el clima atlántico y la meseta, se diferencian notablemente a las producidas en el resto de España. Son mieles que están elaboradas sin plantas de carácter mediterráneo o de elementos de cultivo muy frecuentes en otros lugares de península. Incluye las mieles monoflorales de eucalipto, zarzamora, castaño y brezo, además de miel multifloral.

Miel de Granada

La miel es en la actualidad una importante fuente de ingresos para esta provincia. La gran variedad orográfica, climática y floral de Granada influye directamente sobre las peculiaridades de su miel. La Denominación de Origen de Granada engloba las mieles monoflorales de castaño, romero, tomillo, aguacate, naranjo o azahar y cantueso. Además, también tienen merecida fama la “miel de la sierra” (elaborada a partir del polen de romero, jaguarzo, alhucema, tomillo y otras especies propias de los romerales mediterráneos, recolectada fundamentalmente en Sierra Nevada y las Alpujarras) y la miel multifloral.

Miel de la Alcarria

En la Alcarria abunda la variedad de paisajes, valles, ríos y montes donde crecen plantas aromáticas y matorrales. Entre su flora silvestre, destacan el romero y el espliego, a partir de los cuales se elaboran sus mieles monoflorales. La miel de la Alcarria es pastosa, de tonos amarillos y dorados. Su sabor algo ácido va acompañado de un aroma muy pronunciado, derivado del romero y el espliego. Su calidad es conocida desde el siglo XVII.