Un refrescante melón es un manjar irresistible.

Un refrescante melón es un manjar irresistible.

En verano las mejores comidas en familia o entre amigos, en la playa o en el campo, terminan siempre con un melón maduro, dulce y refrescante. Y es que esta fruta es, junto con la sandía, la reina de los meses estivales. Aunque, gracias a sus múltiples variedades y su fácil conservación se pueden encontrar en el mercado casi todo el año, los mejores melones nos llegan de julio a setiembre.

Refrescante
El melón es en su mayor parte agua (cerca del 90%) y solo una pequeña parte (6-8%) con azúcares, por lo que resulta ideal para hidratarse y combatir el calor sin apenas añadir calorías al cuerpo. Contiene un alto contenido en vitamina A y C, B1, B2 y B3, además de potasio, magnesio, calcio, por lo que es un alimento muy nutritivo y saludable. Los nutricionistas le otorgan propiedades antioxidantes, diuréticas y laxantes, y se cree que ayuda a la cicatrización de la piel y que mejora el sistema inmunitario y nervioso.

Variedades para todos los gustos
En España cerca del 80% de los melones que se consumen son del tipo denominado piel de sapo, es decir, ovalados, con la piel lisa o algo áspera, y pulpa blanca-amarillenta. Pero también se pueden encontrar muchas otras variedades que difieren en forma y sabor. Los galia se caracterizan por la piel exterior amarillo terroso y la carne poco firme y de color verde intenso consistente. Son muy aromáticos y más dulces.
Los cantalupos son los melones preferidos por los franceses. Redondos y pequeños, con la piel amarillo-verdoso y veteada y pulpa anaranjada, destacan de las otras variedades por ser muy ricos en betacaroteno, precursor de la vitamina A. Otro clásico de los supermercados, aunque su producción se ha reducido mucho en los últimos años, es el melón amarillo, denominado así por su corteza de color amarillo brillante.

Los cantalupos son los preferidos de los franceses

Los cantalupos son los preferidos de los franceses

Mala fama
“Por la mañana oro, al mediodía plata y por la noche mata”, solía recordar mi abuela frente a una tajada de melón. Y es que, aunque no hay base científica, el melón tiene fama de indigesto. Según algunas explicaciones, como el melón es prácticamente agua, no necesita apenas digestión y pasa directo al intestino. Allí se mezcla con la digestión de las proteínas y de hidratos de carbono, que es más lenta, y hace que el melón fermente y la digestión resulta más pesada. Por esto algunos nutricionistas consideran que sienta mejor si se toma en ayudas o fuera de las comidas, y no tan bien si lo comemos como postre.

Batido de sandía, melón y pepino - Foto © Hans Geel

Batido de sandía, melón y pepino – Foto © Hans Geel

Si pesa, está maduro
Acertar con el melón no es fácil. Podemos averiguar algo por el aroma ( debe oler a fruta madura) y el aspecto (ha de ser de un color verde no demasiado intenso), pero la pista principal es el peso: a más peso, mejor calidad. Otro truco consiste en apretarlo ligeramente por los extremos: si está en su punto la posterior debe ceder ligeramente. Pero si seguimos teniendo dudas, lo mejor es consultar con el frutero.