La sal es el resultado de combinar el sodio y el cloro, dos elementos imprescindibles para que el organismo funcione correctamente. El primero interviene en los procesos de respiración y digestión, mientras que el segundo es básico para la actividad de los músculos, el corazón, el sistema nervioso y para transportar nutrientes y oxígeno. Con poca sal, el cuerpo humano pierde vigor y tanto las capacidades físicas como las intelectuales se debilitan. Sin sal, el cuerpo humano no retiene agua.

Tu organismo necesita la sal

Un adulto tiene aproximadamente unos 250 g de sal, que pierde cada día a través del sudor, las lágrimas y la orina, y por tanto necesita recuperarla constantemente. La cantidad necesaria no es mucha. La Organización Mundial de la Salud recomienda tomar sal de manera moderada: de 5 a 6 gramos diarios los adultos, de 4 a 5 gramos los menores de diez años, y de 3 a 4 gramos los menores de 7 años. La mayoría de la sal se toma con los alimentos, que ya contienen sal en sí mismos sin necesidad de agregársela.

Los alimentos se benefician de ella

Además de ser necesaria para el organismo, la humanidad ha descubierto en la sal numerosas aplicaciones en diferentes campos: Resalta el sabor de los alimentos. En países como Suecia también la utilizan para potenciar el sabor de los alimentos dulces, y en numerosos pasteles y panes incluyen sal además de azúcar. La sal ha sido el principal conservante en la historia de la humanidad. Hasta la aparición de las técnicas en frío a principios del siglo XX, la salazón era la única manera de conservar muchos alimentos cotidianos. Las propiedades asépticas de la sal, que impiden el crecimiento de bacterias en los alimentos, tienen mucho que ver con esto.

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En la cocina, evidentemente

En la cocina, al preparar unos huevos duros, se suele echar en el agua de la cocción una pizca de sal para evitar que si se rompen se echen a perder. Esto se explica por el fenómeno de la ósmosis, por el cual el agua se desplaza de un medio donde su concentración es alta a uno donde es baja a través de las membranas celulares. Este fenómeno es la base de muchas otras técnicas culinarias, como salar el pescado. También se emplea para ablandar carnes, aglutinar embutidos, controlar el grado de fermentación de las masas de los panes y fortalecer el gluten. Se agrega a las carnes procesadas para desarrollar el color en tocinos, jamones y otros productos.

Pobres caracoles

La sal es un excelente agente deshidratador. En jardinería se echa sal para evitar la proliferación de los caracoles, que se deshidratan y mueren. En Estados Unidos, el principal productor y consumidor de sal en el mundo, la mayor parte de la sal se emplea en el deshielo de las carreteras en invierno. El agua se congela a los 0 ºC, pero si se disuelve sal en ella la temperatura de congelación desciende: si echamos 20 gramos de sal en 100 de agua, ésta permanecerá líquida hasta los 20 ºC bajo cero.

A la industria le gusta salado

En la industria química se emplea en la fabricación de vidrio, jabón, plástico, papel, pinturas, hule, cosméticos, medicamentos y pilas eléctricas, entre otros productos. Por sus propiedades asépticas, desintoxicantes, estimulantes y calmantes, se utiliza en cosmética para elaborar dentífricos, cremas limpiadoras y exfoliantes, y baños aromáticos.

En limpieza, es un potente detergente y quitamanchas, sirve para eliminar los malos humos y para realzar los colores.