Para terminar una cena especial entre amigos, se requiere un café de lujo y una selección de dulces elegantes. Esta es la forma tradicional de terminar una buena cena en muchos países del mundo. Sin embargo, una cena especial merece un final especial, ¿por qué no ofrecer a sus invitados un café diferente? Dé un último toque refinado a su cena, añadiendo un licor o un aguardiente y sírvalo con unos deliciosos dulces caseros.
Lo esencial es que el café sea bueno y que esté, preferentemente, recién molido. Existen muchas variedades, pero algunas son más adecuadas para servirlas con bebidas después de una buena cena. Lo ideal es que sea fuerte, una buena mezcla, bien aromática. Pero tampoco es mala idea variarlo, según el licor que le vaya a añadir: así, por ejemplo, un café jamaicano brasileño, bien cargado.
El café irlandés es el ejemplo más clásica de servirlo con una bebida alcohólica, pero puede usarse cualquier aguardiente o cualquier licor para añadir. El escocés se hace igual que el irlandés, pero utilizando whisky escocés en lugar del whiskey irlandés. El parisino se sirve tradicionalmente en tacitas pequeñas, pero si le pone un copete de nata encima, se llama café Alexander (por el cóctel que lleva brandy y nata). La naranja combina bien con el café. Pruebe a hacer un café fraise, pero sustituyendo el licor de fresa por Grand Marnier o Cointreau. Adorne las copas con ralladura de naranja y sírvalo con mandarina glaseada al tofé. También el chocolate combina muy bien: haga un café moka sustituyendo la fresa por crema de cacao y adorne con unos granitos de café tostados.
Hacer el café
Sirva el café al que vaya añadir nata en tazas o copas transparentes y con pie, en las que se vean bien las capas. Caliente primero las copas al chorro de agua caliente y séquelas bien. Primero se pone el alcohol, luego un poco de azúcar (aunque el licor tenga azúcar, se necesita algo más). Vierta encima el café caliente y revuelva hasta que se haya disuelto el azúcar. Con el café muy caliente, sostenga sobre él una cuchara invertida. Con cuidado, vierta la nata sobre el dorso de la cuchara para que caiga suavemente al líquido y quede flotando sobre él. Si usa nata apenas montada, pásela con la cucharita al café, depositándola sobre la superficie. En ambos casos, el café se bebe a través de la nata, sin removerlo.
Para acompañar el café
Entre los dulces clásicos para esta bebida están las pastas de almendra y las pastas macarrón pequeñas. De ellas se han creado cientos de variedades. Se pueden unir en bocaditos dos pastas de almendra o macarrón con un poco de pasta de almendra o mazapán entre medias, con una cucharadita de glaseado de albaricoque, de jalea de manzana o de puré de castañas endulzado y luego cubrirlas con una capa de azúcar glas o mojarlas en un baño de toffee. Con los «petits fours» se puede crear lo que sugiera la fantasía del repostero: existe una variedad llamada Mauritania que consiste en pastas de almendra pegadas con una crema de castañas y avellanas picadas, bañadas con una capa de azúcar rosa y luego decoradas con una cabeza de león dibujada con azúcar blanco… Los merengues hacen unos «petits fours» deliciosamente ligeros. las Catherines son unos cuenquitos de merengue rellenos de crema de mantequilla perfumada con kirsch y trabada con trocitos de albaricoque confitado, y luego bañadas con una capa de azúcar de color.
Existe otro tipo de «petit four» a base de fruta y frutos secos. Pueden ir bañados en chocolate, glaseados con fondant, confitados o escarchados. Estos últimos son muy vistosos y adecuados para el verano. Use fruta sin zumo, como uvas sin pepitas o fresas o frambuesas. Mójelas en clara de huevo batida y luego en azúcar fino. Los dulces de chocolate al kirsch con su guinda en el centro, son un dulce exquisito. Las nueces glaseadas rellenas son el contraste perfecto por ser de textura crujiente. Sirva ambos dulces para terminar espectacularmente la cena.